Llegué a Río de Janeiro con toda la ilusión del mundo. Tenía mi alojamiento organizado, pero al poco de instalarme en el primer piso, todo comenzó a desmoronarse. El apartamento presentaba problemas graves de construcción y sanidad y, tras solo unas horas, me vi obligado a desalojar. Estaba en una ciudad desconocida, en pleno verano y sin un lugar donde quedarme. Las opciones eran pocas: todo estaba lleno o a precios imposibles porque era temporada alta.
Para colmo, como extranjero en Río, tenía miedo de acabar en un barrio equivocado, sin saber bien a dónde ir o cómo manejarme. Desesperado, empecé a contactar a todos los hosts disponibles en HomeExchange, cruzando los dedos. Fue entonces cuando encontré el perfil de Cae. Su apartamento estaba recién publicado, sin fotos, en Ipanema, uno de los mejores barrios de la ciudad. La ubicación era perfecta, pero… ¿cómo confiar en un piso sin imágenes? Le escribí a Cae con la esperanza de que pudiera enviarme alguna foto, pero no era posible. Tenía que tomar una decisión en el momento, y como no tenía otra opción, decidí arriesgarme.
Nunca pensé que esa decisión sería la mejor apuesta de mi vida. Cuando llegué al piso, quedé sin palabras: estaba en la octava planta, la última del edificio, con unas vistas impresionantes al mar. Me despertaba cada mañana con el sonido de las olas y el reflejo del sol en el agua. Pero lo mejor aún estaba por llegar. Justo encima del apartamento, en la azotea, había una piscina con rooftop desde donde se podían ver las mejores puestas de sol de Río.
Por si esto no fuera suficiente, descubrí que esa piscina tenía historia: uno de los memes más míticos de Brasil se grabó justo allí. Seguro que muchos lo conocen: “Se isso é tá na pior, Porra o que quer dizer tá bem né?” Cada vez que subía a la piscina, no podía evitar reírme al recordar la frase, y terminó siendo el running gag de todo el viaje.
El piso no solo era bonito, sino que también me hizo sentir seguro y en casa. Incluso pude invitar a algunos amigos brasileños a disfrutar del rooftop, y todos coincidieron: eran las mejores vistas que habían visto nunca de una puesta de sol en Río. Esos momentos compartidos con buena compañía, risas y vistas espectaculares hicieron que esta experiencia pasara de ser un susto a una memoria mágica e inolvidable.
Gracias a Cae, no solo encontré un lugar donde quedarme, sino un hogar que superó cualquier expectativa, lleno de sorpresas, historia y vistas únicas. Cae no solo me salvó en un momento difícil, sino que hizo posible que mi estancia en Río se convirtiera en una de las mejores experiencias de mi vida.
Obrigadão, Cae. Si esto es estar en la peor, porra… no quiero imaginar lo que es estar bien.